La morada del dragón

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La morada del dragón

Desde que era pequeño no escuchaba noticias de un ataque de dragón, ya más de 30 años atrás, por eso estaba tan extrañado, y mis capitanes igual. Al principio pensábamos qué sólo eran cuentos, que no podía ser cierto… Pero al primer rumor siguió otro, y varios más. Así que decidimos ir a investigar. Encontramos lo que esperábamos, campos quemados, corrales destrozados y restos de sangre de vacas y ovejas…

La pregunta era dónde se escondía el dragón, nuestros leñadores no habían reportado actividad inusual en los bosques, así que comenzamos a interrogar a los pescadores… y trazando en el mapa los reportes de avistamientos pudimos reducir el área de búsqueda final a las montañas del noreste, allende los pantanos de la Bruja.

Fui personalmente a informar al Rey Geodred de mis investigaciones. Con mucha serenidad me ordenó que preparara mi equipo élite y partiera al clarear el alba el día siguiente, y que el mago helado SubZero me acompañaría en la misión.

Nos levantamos aun a oscuras para tomar nuestra última comida completa en quién sabe cuántos días… o semanas incluso, antes de abordar el barco y partir hacia los pantanos. Revisamos varias islas infructuosamente durante un par de días hasta que en la noche del tercer día de viaje vimos una sombra sobre nosotros. Un par de horas más tarde lo vimos volver exactamente por el mismo trayecto y lo marcamos en el mapa. Al amanecer nos dirigimos en esa dirección. Llegamos a la isla de Roost, donde otrora se encontrara una de las minas de titanio más importantes del reino, abandonada ya hace algunos años, debido a que en sus profundidades se encontraron horrores que hacían que no valiera la pena seguir extrayendo.
Encontramos el puerto hecho pedazos… anclamos lo más cerca que pudimos y llegamos hasta la orilla en los botes de remos. Comenzamos nuestro andar por el viejo camino de tierra que lleva a la mina… Pasamos por la pequeña villa y no encontramos restos de actividad reciente, todo estaba ordenadamente vacío, pensamos que el dragón se encontró completamente vacía la isla. Sólo dejarla atrás el camino comenzaba a perderse entre la hierba… Un poco más allá encontramos nuestro primer obstáculo, los jabalíes, zorros y lobos habían retomado el control de sus viejos territorios y tuvimos que defendernos. Al adentrarnos en el pantano no encontramos los viejos puentes y sabíamos que sumergirnos en el fango era una idea suicida así que decidimos acampar ahí. Esa noche vimos el dragón pasar por encima de nosotros… no sabemos si nuestra presencia había pasado desapercibida o si el dragón nos ignoraba alevosamente… Por la mañana nos dispusimos a recoger madera para hacer un par de puentes provisionales para seguir avanzando.

Al llegar al pie de las montañas encontramos un oso gigante bloqueándonos el paso… ese sí que fue un desafío, tuvimos que rotarnos como carnada: mientras uno lo atraía los demás atacábamos por la espalda, cuando conseguía ponerse a resguardo cambiábamos de señuelo. Realmente era muy poco el daño que le hacíamos pero pudimos derrotarlo por desgaste, aprovechando nuestra superioridad numérica y alta destreza ganada en arduas horas de entrenamiento.

Ahí pasamos la segunda noche. Cenamos su carne a las brasas y descansamos lo mejor que pudimos. Sabíamos que lo más interesante aún estaba por venir.

Al salir el sol pudimos ver que el paso de la montaña estaba bloqueado. No estábamos acostumbrados a salir con artilleros, pero el Mago SubZero sacó unas sustancias de su morral, preparó unas pócimas y pulverizó las rocas del camino.
Un par de kilómetros más adelante encontramos lo mismo. Y detrás de ese bloqueo estaba un campamento de sacerdotes oscuros y sectarios. Aunque teníamos suficientes fuerzas para derrotarlos el mago nos impidió atacar, pronunció unos conjuros y vimos como el campamento entero desaparecía ante nuestros ojos.

Un par de muros de rocas y campamentos de sectarios más adelante por fin llegamos a la entrada de la mina. Era nuestro turno de actuar otra vez.
Llamamos al dragón pero salieron por delante una horda de sectarios que fueron capturados fácilmente. Volvimos a llamar y por respuesta escuchamos un ronco rugido y después un llamado al diálogo… Entré desarmado a la mina y lo encontré recostado ahí, mirándome fijamente con rabia y dolor. Le pregunté por qué me había llamado y su primera respuesta fue que si hubiera sido cualquier otro ya me habría devorado.
“Tus armas son inútiles contra mí, mi piel es impenetrable. No es mi intención hacerte daño, ni a tu pueblo”.

“¿Pero y los destrozos que hiciste a lo largo del reino?” lo interrumpí.

“Sólo ha sido una advertencia para que sepan cual es el alcance de mi poder, pero si te das cuenta no causé daño a la gente, y el ganado fue mi cena, ustedes tienen los mejores pastos de entre los reinos vecinos y eso hace que su carne sea bastante especial. Tu rey sabe muy bien a que he venido, y por eso te ha encomendado a ti la misión, tienes fama de ser un guerrero justo y noble”.

“Pero yo sólo vine a derrotarte, a eso fui enviado” lo interrumpí nuevamente.

“No, mira detrás de ti” insistió el dragón.

Y ahí estaba el Mago ZubZero, parado a la entrada de la mina, solo. Los demás aguardaban afuera impacientes. De entre su túnica sacó una espada azul brillante, me la entregó y se retiró lentamente.

“Hace 32 años se hizo un pacto con el Rey Manuver, padre de Geodred, tu rey, y los dragones nos retiramos a las islas remotas del este, donde actualmente vivimos en paz, sin embargo, recientemente un cazador de tesoros se las ingenió para escurrirse en nuestros dominios y robar esa espada, la verdadera matadragones, pensando que algún rey pagaría una fortuna por poseerla. Afortunadamente para todos, el Rey Geodred ha recordado la promesa que le hizo a su padre y a puesto la seguridad del reino por encima de su ambición. Entrégamela espada, volveré a mis tierras y posiblemente no me vuelvas a ver en tu vida”.

“Si es así”, le pedí, “permite a mis hombres conocerte, es una experiencia única que con suerte nunca más en la vida tendrán la oportunidad de tener”. Asintió con la cabeza, así que salí primero de la mina para hablar con mis compañeros y pedirles que mantuvieran la calma. Enseguida salió el dragón diciendo: “Valientes guerreros, siéntanse honrados de tener a Sir Soya como su líder, así como él se siente honrado de tenerlos a ustedes cuidando sus espaldas. Grandes glorias los esperan, pues los peligros en estos tiempos no cesan y el reino los requerirá innumerables ocasiones para preservar la paz. Esta ha sido una aventura sin par, y espero que nunca olviden los valores que los han traído hasta aquí. Enhorabuena para ustedes, les dejo mi admiración y respeto, pues su fama ha trascendido fronteras” y diciendo esto, abrió sus alas y se fue.
De regreso a casa, el rey nos felicitó por nuestros servicios, y nos exhortó a seguir entrenando como siempre, porque no había tiempo para el descanso…. Un verdadero peligro se acercaba al reino desde el sur, y debíamos estar preparados para enfrentarnos a enemigos sin escrúpulos ni honor…